¿Te preocupa el medio ambiente? ¿También piensas que el consumo responsable es la única salida? ¿Quieres ayudar al planeta pero no sabes cómo? Está demostrado que el cambio climático es un hecho, y ya no tenemos tiempo para mirar hacia otro lado.
Si estás aquí porque te quieres convertir en un consumidor responsable, ¡sigue leyendo!
En este artículo te quiero mostrar lo fácil y necesario que es convertirse en un aliado del medio ambiente. Cómo convertirte en un consumidor responsable y así ayudar a frenar la destrucción de los recursos de la Tierra.
Pero empecemos por lo básico, ¿qué es el consumo responsable? Y, ¿por qué digo que es el único camino hacia el futuro?
Consumo responsable
El consumo responsable una manera de consumir bienes y servicios teniendo en cuenta, no sólo el precio y la calidad del producto, sino también las características sociales y laborales del entorno de producción y las consecuencias medioambientales posteriores.
Entiendo que si estás leyendo este artículo, ya has dado el primer paso para convertirte en un consumidor responsable. Un consumidor que se cuestiona de dónde proceden los productos que compra, en qué condiciones y con qué procesos se han producido, y quién los ha fabricado.
Si la población mundial llegase a alcanzar los 9600 millones en 2050, se necesitaría el equivalente de casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales precisos para mantener el estilo de vida actual.
Datos de la ONU
Actualmente, la población mundial es de alrededor de 7.700 millones de personas.
Desgraciadamente, el sistema de consumo actual está muy lejos de ser un consumo responsable y sostenible.
Por eso, la producción sostenible y el consumo responsable se han convertido en el objetivo número 12 de la ONU, para lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales de aquí a 2030.
Parece un objetivo inalcanzable, pero ¿y si te digo que es posible? ¿y si te digo que depende de ti?
¿Cuánto más puede durar el consumismo como estilo de vida?
El consumismo se instauró en los países más desarrollados a mediados del siglo XX. Y parece que vino para quedarse.
Los procesos de producción mejorados y la nueva publicidad convirtieron consumir lo necesario en consumir por consumir.
Nuestra economía, enormemente productiva, exige que hagamos del consumo nuestro estilo de vida, que convirtamos el comprar y utilizar bienes, en auténticos rituales, que busquemos nuestra satisfacción espiritual, la satisfacción del ego en el consumir[…] necesitamos que se consuman cosas, se quemen, se sustituyan, y se tiren, todo ello a un ritmo cada vez más rápido.
Lebow, analista de mercado 1955
Cómo puedes ver, el analista de mercados Víctor Lebow ya explicaba el funcionamiento de una economía feroz hace más de 50 años. Desde entonces, el consumismo no ha hecho más que crecer.
¿Qué consecuencias tiene este alto ritmo de consumo?
Cuando pensamos en lo que consumimos también debemos pensar en cuánto cuesta producirlo, ya que cada producto tiene una larga historia detrás.
Debemos pensar en los recursos que han sido necesarios. Pero también tenemos que pensar en la cantidad de tierra que ha sido destinada a producir esos recursos y cuanta agua se ha tenido que destinar a regar esa tierra para que crezcan esos recursos.
Una vez los recursos están disponibles, empieza el proceso de producción. Normalmente, para muchos de los productos que consumimos, este proceso necesita grandes cantidades de agua, energía y, en algunos casos, químicos que rara vez son gestionados correctamente después de su uso. Lo que se traduce en contaminación de ríos, lagos y pozos, entre otros.
¿Seguimos?
La globalización y el desarrollo del transporte y sus infraestructuras han hecho que sea muy fácil y rápido el comercio de materias primas y productos. Esto supone que la mayoría de productos que consumimos se hayan fabricado a miles de km de distancia. Con la consecuencia de que dichos productos se tienen que transportar hasta su lugar de destino, ya sea en barco, en avión o por carretera, el transporte comercial emite CO2 que contribuye al efecto invernadero.
Y después, ¿dónde acaba todo eso que compramos, usamos y tiramos?
En los vertederos, en los océanos, en las playas y en los países más subdesarrollados.
En el Planeta Azul escasea el agua
Es importante tener siempre en mente que aunque vivamos en el Planeta Azul sólo alrededor de 3% del agua del mundo es fresca, es decir potable.
El 2,5% de esa agua está congelada en los glaciares y los polos (los cuales se están derritiendo).
Eso nos deja con tan sólo el 0,5% de agua potable disponible para cubrir el resto de necesidades del ecosistema y de los humanos.
Además, la población sigue con una tendencia de crecimiento alta y los ríos se siguen contaminando (mayormente a causa de la industria textil). Eso significa que cada vez tendremos menos agua para más personas.
Más de 1000 millones de personas aún no tienen acceso a agua potable.
Datos de la ONU
Pensar antes de morder
La industria alimenticia es una de las más contaminantes del mundo junto a la minera y la textil.
Según datos de la ONU el sector de la alimentación representa alrededor del 30% del consumo total de energía en el mundo y un 22% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Y a pesar de que podría haber alimentos para toda la población si fuesen gestionados correctamente, la realidad es que todavía alrededor de 820 millones de personas pasan hambre (datos de 2018).
Si nos movemos al lado opuesto, nos encontramos con este otro dato de la ONU que nos dice que 2000 millones de personas en todo el mundo tienen sobrepeso o son obesas.
En los países desarrollados damos por hecho que podemos acceder a comida cuando queramos, pero eso no significa que no debamos valorarla y comprar sólo la que necesitemos.
Cada año, se calcula que un tercio de todos los alimentos producidos, equivalentes a 1300 millones de toneladas por valor de alrededor de 1000 millones de dólares, termina pudriéndose en los contenedores de los consumidores y minoristas, o se estropea debido a las malas prácticas del transporte y la cosecha.
Datos de la ONU
¿Te has planteado lo que comes? ¿Tu dieta es buena para ti? ¿Y para el planeta?
Está en nuestras manos escoger los productos que consumimos. Ver su procedencia, sus ingredientes. Evitar comprar comida envasada y optar siempre por el empaque más sostenible.
¿Qué puedes hacer tú?
Siempre he pensado que el consumidor es el que tiene el poder. Por mucha publicidad con la que nos bombardeen, todos tenemos poder de decisión y los medios para contrastar información.
Debemos aceptar nuestra responsabilidad y no culpar solamente a la industria y a las grandes multinacionales.
Está claro que la industria y las grandes empresas son las que pueden hacer un cambio más notable. Reorganizándose y moviéndose a un terreno más sostenible en cuanto a recursos y procesos de producción.
¡Pero no van a hacerlo si no se lo pedimos y si seguimos consumiendo sus productos sin más!
Aún así, pienso que cada uno de nosotros debe reflexionar y plantearse la huella ecológica que deja en el planeta.
Pregúntate de donde vienen los productos que compras y si realmente lo necesitas. ¿Hay alguna alternativa que no sea de plástico?
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Cambiar nuestros hábitos de consumo y nuestro estilo de vida es el siguiente paso que debemos hacer todos para poder seguir disfrutando de la naturaleza y de lo que nos da.
Hay opciones y maneras para contribuir. La pregunta sería ¿estás realmente comprometido/a?
Piensa globalmente, actúa localmente
Hace mucho tiempo que me planteé todas estas cosas y aposté por un consumo responsable en lo máximo posible.
Una vez te das cuenta de la implicación que tienen todos nuestros actos en nuestro futuro y en el de todos los demás te replanteas si quieres seguir con el mismo estilo de vida u optar por uno más sostenible.
Es mucho más fácil de lo que piensas. Pequeños detalles como cerrar el grifo mientras te estás lavando los dientes, reciclar, comprar menos pero mejor y que sea de proximidad.
Ayuda a la economía local, a los pequeños negocios, y más ahora en estos tiempos en los que todos necesitamos un poco de apoyo para seguir hacia adelante.
Comprando productos hechos a mano ayudas a pequeños comerciantes que elaboran sus productos con dedicación y cariño. Sus procesos de fabricación son menos contaminantes y mucho más sostenibles que los de las grandes industrias. Sus métodos tradicionales hacen que cada producto sea único y de gran calidad.
Tenemos que empezar a pensar a largo plazo.
Por tu bien y por el del planeta, apoya al artesano que tienes al lado.
2 comentarios en «Consumo responsable: el único camino hacia el futuro»